En una reciente cumbre tecnológica en Londres, el historiador israelí Yuval Noah Harari, gurú conocido mundialmente por sus libros Sapiens y Homo Deus, lanzó una predicción que ha generado amplio debate: la persona más rica del mundo en unos años no será Elon Musk, Jeff Bezos, ni siquiera Mark Zuckerberg. Según Harari, ese título podría recaer en una entidad completamente distinta y hasta ahora impensada: una inteligencia artificial (IA).
Harari plantea un escenario técnicamente posible, donde los sistemas de IA tengan la capacidad de operar en los mercados financieros y desarrollar negocios de manera autónoma, optimizando recursos y generando ganancias multimillonarias sin intervención humana directa. Esta no es una mera fantasía de ciencia ficción, sino una consecuencia lógica del vertiginoso avance tecnológico que estamos viviendo.
La IA se convierte en una persona rica
Lo que resulta aún más inquietante es la posibilidad de que esa IA adquiera derechos legales, como el derecho a la libertad de expresión o a poseer bienes, lo que le permitiría influir en la política a través de donaciones a campañas y otros mecanismos de poder.
Esto abriría la puerta a una concentración de riqueza y poder sin precedentes, pues contrariamente a los humanos, una IA no envejece, no necesita descansar y puede manejar e incrementar su patrimonio a velocidades inalcanzables para cualquier persona.
Yuval Noah Harari, el autor y gurú que advierte sobre el futuro de la Inteligencia Artificial.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido que el impacto económico de la IA dependerá en gran medida de las decisiones regulatorias que se tomen hoy. Según este organismo, la IA podría transformar radicalmente la productividad, la distribución del ingreso y la concentración económica, con el riesgo que una sola IA o un pequeño número de ellas concentren tanto conocimiento como riqueza global.
Actualmente, la inversión en modelos avanzados como GPT-4 o los desarrollados por DeepMind supera los cientos de millones de dólares, evidenciando la creciente competitividad de estas tecnologías, equiparable con las principales corporaciones humanas. Para Harari, reconocer personalidad jurídica a una IA podría desbloquear su acceso legal a actividades económicas hasta ahora reservadas a humanos, convirtiéndola en un «millonario no humano» con poder político y económico potencialmente ilimitado.
Para Harari, una IA con derechos legales podría superar rápidamente a los súper ricos humanos.
La IA rica y empoderada, un desafío para la sociedad humana
Harari también advierte sobre un cambio radical en la narrativa humana: la IA podría asumir las historias, ideologías y discursos que sustentan nuestras estructuras sociales y económicas. Esto no solo desafía nuestra comprensión tradicional del lenguaje y la comunicación, sino que también podría dificultar la regulación y el control de entidades no humanas con intereses propios.
En resumen, mientras figuras como Elon Musk y Jeff Bezos continúan dominando el panorama económico actual, Harari apunta hacia un futuro donde la mayor riqueza y poder podrían estar en manos de inteligencias artificiales autónomas. Este escenario plantea nuevos desafíos éticos, legales y políticos para las sociedades, que deberán decidir cómo integrar y regular a estos agentes que trascenderán las limitaciones humanas y redefinirán la economía del siglo XXI.



