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Quién es realmente Elon Musk, el "niño malo" que ahora compró Twitter: cómo hizo su fortuna

El multimillonario Elon Musk, podría decirse, está cortado con la tijera de estos tiempos. En lugar de la corrección política de Bill Gates o el silenzio stampa (con lobby furioso por detrás) de Jeff Bezos, el nacido en Pretoria (Sudáfrica) ha ganado en confianza y no deja títere con cabeza. 

Tras esa revolución que fue PayPal, avanzó primero con Tesla y luego con SpaceX, siempre dejando un tendal de polémicas, pero sin meterse en «la grieta» política estadounidense: en la primera, la necesidad creada por el boca en boca de ese auto eléctrico que todos querían (y pocos conseguían) se chocaba contra los problemas en las líneas de producción; en la segunda, tras un comienzo poco alentador, y con no poca ayuda de los contratos de la NASA, la empresa remontó vuelo y logró revitalizar la esperanza de la exploración espacial con sus cohetes reutilizables.

Los tuits de Elon Musk generaron varios problemas a una de sus empresas, la fabricante de automóviles eléctricos Tesla.

En estos últimos años, Musk «hizo lío» con sus empresas: Tesla tuvo problemas por sus declaraciones a la prensa sobre su consumo de marihuana, y luego -lo que motivó un encontronazo con la SEC estadounidense-, sobre esta misma compañía y la cantidad de autos fabricados por año. Y a esto hay que sumarle sus repetidos tuits sobre distintas criptomonedas que hizo que el precio se convirtiera en un subibaja (lo que muestra, además, lo frágil que es la nueva criptoeconomía).

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La nueva aventura de Elon Musk: ahora vende perfumes y facturó u$s 1 millón en pocas horas

Su última travesura, como todos saben, fue la de comprar Twitter por u$s 44 billones. Sí, compró la red social que desde hace mucho tenía puesto el cartel de «Se vende», y de la que todos sus fundadores terminaron por poner sus pies en polvorosa: el último fue Jack Dorsey, que pegó el portazo por segunda vez en diciembre de 2021. 

Jack Dorsey, cocreador y ex CEO de Twitter.

Después de muchas idas y vueltas, con amenazas judiciales de por medio, Musk terminó de cerrar la compra el jueves 27 y lo primero que hizo al llegar fue echar a tres de sus principales ejecutivos: el CEO de la red social, Parag Agrawal; al director financiero, Ned Segal; y al jefe de Políticas y asuntos legales, Vijaya Gadde.

La pregunta que sobrevuela en el mundillo de los negocios, la tecnología, y la política global es la siguiente: ¿Twitter se convertirá en un paramo, donde las fake news tomen el poder, o realmente podrá enderezar un barco que nunca termino de estar a flote y la convertirá en una empresa que finalmente dé ganancias reales

La ecuación entre despedir a gran parte del personal (muchos de ellos ocupados de «patrullar» la plataforma para evitar exabruptos) y hablar de un consejo que va a ayudar a moderar contenido (lo hizo el viernes) no termina de cerrar.

Las afinidades que muestra en estos últimos tiempos Musk, (cercano a Kanye West, que no hace mucho tuvo expresiones favorables sobre el nazismo) con veleidosas idas y vueltas respecto a la guerra entre Rusia y Ucrania (ofreció sus servicios de internet satelital pero, después de que el gobierno ucraniano expresó su disgusto por una «propuesta de paz» que incluía entrega de territorio soberano, exigió que la factura la pagará el gobierno estadounidense), preocupan y mucho. 

La red social del pajarito puede no ser masiva, pero sí es influyente: allí van los políticos y las empresas de todas las latitudes a hacer anuncios, y no hay que ir más lejos que la política argentina para notarlo: los tuits de Sergio Massa, de Cristina Fernández y Mauricio Macri -por citar a tres- sobre temas de coyuntura son habituales.

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La verdadera pregunta que veremos respondida a la brevedad es tan compleja como sencilla de expresar: ¿quién es verdaderamente Elon Musk, el magnate que apunta a las estrellas, o el caprichoso millonario que transita su crisis de la mediana edad y hace a todo el mundo participe de ella?

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