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Fin al internet que todos conocemos: por qué ya no es más "neutral" y las empresas lo están aprovechando para hacer negocio

La historia del nacimiento de internet es singular. Sí, nació en los años sesenta del siglo pasado como un proyecto militar que buscaba diversificar las conexiones de las computadoras del sistema de defensa estadounidense para hacerlo más resiliente frente a un ataque soviético

Pero también tiene mucho del espíritu -a caballo entre los hippies y los yuppies- de las décadas del setenta y ochenta. Y la frutilla de la torta llegó en la forma de la internet comercial que se desarrolló en los noventa.

Como en toda buena historia que se precie, sin embargo, hay un componente mítico en todo esto. Lo mismo sucede con conceptos que hoy son centrales a cómo entendemos el funcionamiento de la red de redes. Uno de ellos, tal vez el más fuerte y uno de los más conocidos es la «neutralidad de la red» que, en su versión más sencilla, quiere decir que el tráfico de internet no puede ser discriminado de ninguna manera (ver Recuadro). 

La neutralidad, en ocasiones, parece una idea que viene desde los primeros tiempos de internet pero, en realidad, llegó durante este último siglo, de la mano de Tim Wu y Lawrence Lessig, dos teóricos de la red de redes que han dado que hablar (Lessig, por caso, llegó a presentarse como precandidato a presidente de los Estados Unidos).

La idea tiene detrás tanto de cables, código y topología de la red como de una salvaguarda de derechos a la competencia y a la libertad de expresión. Hay límites técnicos que hacen que, con el crecimiento del streaming (hoy, en la Argentina, está arriba del 90 por ciento del tráfico total de internet), asegurar la no discriminación del tráfico sea un objetivo pírrico, incluso si todos los involucrados estarían de acuerdo

Pero, por el otro lado, hay una cuestión más bien conceptual y que involucra directamente a los consumidores que la hacen deseable. Una tensión no resuelta que, al día de hoy, hace que mentada neutralidad de la red se doble pero no se rompa. 

De cara a futuro, sin dejar de lado que el negocio del streaming -que incluye live streaming- puede alcanzar los u$s 972.000 millones para 2030 (según la consultora Market Research Future), y que el de la computación en la nube llegaría a los u$s 1.555 mil millones para el mismo año (de acuerdo a los datos de Grand View Research). A esto hay que sumarle todo lo que involucra al gaming (streaming incluido) y lo que promete el 5G.

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¿Es posible que, con todo este contexto con cada vez más millones en juego, haya una internet totalmente democrática, sin ningún tipo de restricciones? ¿O fue, desde el vamos, una linda utopía que se cayó de bruces ante una realidad técnica que necesita, sí o sí, de la gestión del tráfico para darle un servicio de calidad a consumidores más preocupados por consumir los contenidos deseados con la mejor calidad posible y menos con las reglas y los anhelos de quienes se imaginaron a internet como el principio de una comunidad verdaderamente democrática? 

En el medio de todas estas discusiones que van desde lo técnico a lo teórico, están los usuarios de a pie, que lo único que quieren es poder recibir el mejor servicio posible, sin preocuparse por nada más.

¿Qué es la neutralidad de la red?
Se conoce como neutralidad de la red (Net Neutrality) al principio que promueve que todo el tráfico de Internet debe ser tratado igualitariamente, sin cobrar al usuario de manera diferente según el contenido, sitio web, plataforma, aplicación, tipo de equipamiento utilizado para el acceso o modo de comunicación, según plantea NIC.ar, el organismo argentino , una oficina dependiente de la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación bajo la órbita de la Dirección Nacional de Registro de Dominios de Internet responsable de administrar el dominio de nivel superior .ar, además del registro de nombres de dominio de Internet de las personas físicas y jurídicas.

Un poco de historia

El concepto de neutralidad de la red incluye no sólo cuestioes legales, sino también económicas, de competencia y hasta técnicas. En el medio aparecen discusiones sobre la innovación, el emprededurismo, la inversión y el desarrollo tecnológico como pilares a defender que deben protegerse e incentivarse. Para lograrlo, se busca regular o limitar la capacidad que tienen los proveedores de servicios de internet de privilegiar el tráfico de alguna manera, para conveniencia propia. Y si al principio era una cuestión estrictamente de las telecomunicaciones, ahora hay que agregarle la pata audiovisual: en la actualidad, según datos provistos por la Cámara Argentina de Internet, el 92 por ciento del tráfico de internet en el país corresponde a las distintas formas de streaming de audio y video. 

«Del lado del proveedor de servicio, el 2021 el mayor consumo de internet vino del lado de Meta, Google, Netflix, Microsoft y Amazon, todo esto forma parte de lo que consume el usuario medio, y ahí empieza a volverse mas gris esta discusión«, apunta Jorge Ferrero, arquitecto de redes de Logicalis.

En este sentido, en la Argentina no existe una ley convergente que reúna tanto a las industrias de las telecomunicaciones como la audiovisual, pero la Ley 27.078, conocida como Argentina Digital, regula la industria TIC y consagra la neutralidad de la red en sus artículos 56 y 57. Por un lado, ratifica que el Estado tiene que garantizarle a todos los usuarios el derecho al acceso, uso, envío, recoger o dar cualquier contenido, servicio, aplicación, por medio de internet sin ninguna clase de limitación, distinción, discriminación, bloqueo o interferencia. Y, por el otro, indica que los prestadores de servicios no pueden realizar bloqueo o discriminación arbitraria de contenidos.

Esto en cuanto a la Argentina. Como suele ocurrir, las discusiones centrales sobre estas cuestiones se dieron en los Estados Unidos, donde el servicio de internet era al principio brindado por operadores de cable. Para sintetizar la historia, en 2007, Comcast fue demandada por interferir en el tráfico (de intercambios de archivos P2P: hablando mal y pronto, les bajaba la palanca de la velocidad) y la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, en inglés) le ordenó cesar en su actitud

No sería el primer encontronazo entre esta empresa, una de las más grandes de los Estados Unidos en telecomunicaciones, y la FCC. El regulador, en 2010, aprobó un reglamento de neutralidad llamado «Open Internet Order«, con apoyo del presidente Barack Obama, pero fue dejado de lado en 2018, tras la llegada de Donald Trump al poder.

Sin neutralidad de la red, los proveedores de internet podrían poner distintos precios según el contenido al que el consumidor quiera acceder u ofrecer una internet de «dos velocidades«, en la que el consumidor debe pagar un fee diferenciado para acceder a determinados servicios en la red. Esto, más allá de las regulaciones, no sucede casi en ningún lugar del mundo (con la excepción de Portugal): al menos en espíritu, no se discrimina por tráfico.

En esta discusión, hay dos lados, o solía haberlos: por un lado los dueños de las redes, que argumentan -no sin razón- que ellos deberían obtener el retorno de la inversión, y después están quienes hacen negocios millonarios «over the top», sobre las redes, gigantes de la talla de Google, Netflix, Facebook y Microsoft, por citar algunos -luego, claro, algunos de estos gigantes comenzaron a desarrollar redes propias, y ahora tanto Google como Facebook tienen sus propios cables submarinos, que incluso hasta llegan a la Argentina-

Ninguno había construido ni un kilómetro de fibra al momento en que sus servicios se convirtieron en masivos a escala mundial. La pelea tuvo momentos aciagos: Comcast «le bajó la palanca» a Netflix en 2014: la N roja argumentaba que era una discusión por la neutralidad de la red, mientras que Comcast decía que se trataba de un tema comercial, dado que Netflix quería que los proveedores le brinden mejor servicio a los usuarios (más ancho de banda). Al final, terminaron por acordar.

Otro punto de conflicto fue entre los distintos operadores. Cuando Telecom Personal, acá en la Argentina, decidió darle a sus clientes el servicio de WhatsApp «gratis» (también llamado zero rating, es decir, sin que le consuma datos de los respectivos planes), puso en jaque al resto de las operadoras porque era una parte importante del tráfico. 

Ahora, más de un lustro después, cuando el tráfico es casi todo streaming, ya no importa tanto. Pero lo interesante es que este ofrecimiento comercial, a priori a favor de los usuarios, va contra la letra de la neutralidad de la red, dado que preferencia tráfico a WhatsApp por sobre otros servicios de mensajería (Telegram, el chat de Facebook o Instagram, Signal) que si gastan plan de datos. Es decir, hay discriminación de tráfico (por uno se cobra, por otro no). Pero, y más cuando el usuario es beneficiado, no hubo mayores ruidos. «Fue una gran jugada de marketing que traccionó a todo el mercado, hoy no hay vuelta atrás«, marca al respecto Gustavo Vidal, CCO de Metrotel.

En todos los casos, y más allá de las distintas regulaciones (a favor en la Argentina, en contra en los Estados Unidos), es el mercado el que termina autorregulándose y, por ahora, eso resulta a favor del usuario. Aunque, claro, siempre puede cambiar.

Redes neutrales
Hay otro tipo de neutralidad, más acotada y más nueva. Ya funciona bien en países del primer mundo y ahora hay empresas locales que quieren adoptarla aquí. Fue fundamental, sostiene Josefina Hernández Gascón, de American Tower, dejar de hablar de cantidad de pelos (de fibra) y empezar a hablar de capacidad de la red, que es lo que verdaderamente importa hoy. «Hay una tendencia global a la convergencia y neutralidad de las redes», agrega.

Una de las empresas que apuestan a las redes neutrales es Metrotel, que decidió no dar servicios residenciales directos sino desarrollar fibra al hogar para que otros operadores puedan brindar este tipo de servicios.

«Tiene lógica tener una red de fibra y que todos los operadores se suban a la red, dado que hay multiplicidad de proveedores; tener cuatro redes de fibra no tiene sentido para ninguno, salvo que uno piense que va a tener más del 50 por ciento del mercado, pero a la larga esto no es así», afirma Gustavo Vidal, CCO de la compañía que opera basicamente en el AMBA y espera tener 400.000 casas pasadas entre este año y la mitad del que viene.

«La adopción de este modelo esta siendo mas rapida de lo que pensábamos; operadores que pensaban que la red es estratégica, ahora se dan cuenta que todos tienen más o menos lo mismo y que lo importante es preventa, posventa y la calidad y variedad de contenido, lo que pones encima de esa red y no la red en sí«, desarrolla.

Las redes tienen que tener la capacidad de brindar multiplicidad de servicios con una misma infraestructura, sino también servicios de smart city y hasta la las conexiones de las antenas de 5G que se vienen, marca Lucas Samyn, coordinador técnico para Cono Sur de Furukawa Electric.

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La geometría de los cables

«La neutralidad de la red siempre fue un principio orientador más que una realidad«, plantea el investigador Martín Becerra. Lo que sucede, según explica el consultor Enrique Carrier, es que hay distintos contenidos que requieren distintas prioridades, y pone el ejemplo de las autopistas, en donde no sólo hay distintas velocidades sino donde también hay, por ejemplo, carriles reservados para las ambulancias. «El concepto original no tenía demasiadas perspectivas de sobrevivir», sentencia. 

Mientras tanto, desde la Cámara Argentina de Internet (Cabase), su presidente Ariel Graizer defiende el concepto de que no hay que intervenir el tráfico en función de origen y destino y apuesta a la autorregulación, dentro de lo posible.

En la Argentina, donde hay que pagar en dólares el tráfico que se busca fuera de sus fronteras, la cuestión es peliaguda para todos los operadores, dado que hay parte del tráfico que tienen que buscar afuera y pagarlo en dólares. Es por esto que lo más conveniente es que la mayoría del tráfico esté lo más cerca posible, y esto es lo que permite las CDN (redes de entrega de contenidos, en inglés) de Cabase. De ese 92 por ciento del tráfico de streaming del que hablábamos antes, más de dos tercios se ubican en territorio nacional (Google -o sea, YouTube-, Netflix y -pronto- Amazon). 

«Hace siete años, nos poníamos contentos porque resolvíamos localmente el 30 por ciento, ahora estamos mucho mejor, en un nivel más que interesante«, explicó en una charla a propósito del Internet Day de Cabase, Patricio Seoane, gerente de Internet Services, un proveedor que brinda servicios en varias localidades de la Mesopotamía argentina. Sin embargo, para él, la neutralidad de la red es fundamental, porque, como es el caso de Netflix, pone caché a disposición. Y, además, toma medidas que redundan en beneficio de todos, como comunicar las películas más vistas, lo que redunda en que más personas las vean y que sean las que están en todos los caché, de acuerdo a lo que plantea Josefina Hernández Gascón, directora de Asuntos Públicos y Legales de American Tower para la Argentina, Chile y Paraguay.

Gustavo Vidal, CCO de Metrotel. Foto: Gentileza Metrotel.

Por su parte, y como parte del evento citado, Esteban Tocalini, gerente general de Coseidi (service provider del conurbano sur), señaló que a la definición de neutralidad le falta, para seguir siendo válida, unas palabras.

«Solamente define neutralidad de la red desde el usuario final y, en algún futuro, me parece que tendrá que incluir una especie de equilibrio en la asignación de costos. En un primer momento, el costo era solo para las telcos, hoy creo que hay que empezar a repensar si parte de ese costo no tiene que ser asumido por los proveedores de contenidos«, se despacha. 

Esta discusión hoy está en auge en la Unión Europea y en Corea del Sur, uno de los operadores más importantes (SK Telecom) está en pleno proceso judicial con Netflix para dirimir el asunto, mientras que por estas latitudes el mercado se ha autorregulado con las distintas CDN. 

«Las big tech, se comprometen más con la capa física, operando infraestructuras de base como redes submarinas, y también porque el mayor volumen de datos que transportan las redes hace que sea imprescindible gestionarlo, y esa gestión de tráfico muchas veces conduce a romper el principio de neutralidad«, apunta Becerra. «En este sentido, creo que las compañías que utilizan capacidad de las redes y obtienen por ello beneficios económicos, deben coparticipar de esquemas de mantención, mejoramiento y expansión de las mismas para que el modelo económico sea viable.«

Lo que sí ocurre, en un terreno eminentemente práctico, tiene que ver con los streaming deportivos ilegales, con tráfico que hay que pagarlo en dólares. En criollo: quienes ven el fútbol doméstico, o la Copa Libertadores, usan páginas ilegales como Fútbol Libre o similar y ese tráfico, obviamente, no está cacheado en ningún lado

Puede parecer menor pero, en días de Supeclásico, o de Copa, es un tema complejo para las operadoras dado que los acuerdos de interconexión en la Argentina tienen un límite (es decir, que se busca menos tráfico de acá que el que nosotros buscamos afuera… la balanza de tráfico está desbalanceada de por si). Esto también ocurre con los nuevos servicios de streaming (Star+, Disney+, Paramount+, por citar tres), pero las fuentes consultadas creen que es una cuestión que va camino a solucionarse en el corto o, al menos, a mediano plazo.

Alejandro Girardotti, Director, Product Innovation y Business Development de Lumen Technologies. Foto: Gentileza Lumen

Lo que sucedió fue que, en medio de la discusión de neutralidad sí, neutralidad no, se dio un cambio en la manera en que está conformada internet, pasó de ser una red de redes a una red de cachés localizados. «El mismo ISP que te da conexión de fibra, tiene el contenido en su data center o lo tiene en una CDN cercana«, detalla Alejandro Girardotti, Director, Product Innovation y Business Development de Lumen Technologies.

Pero, mientras tanto, y en términos muy generales y por una cuestión eminentemente técnica, es que el tráfico de los contenidos que están alojados en las CDN locales tienen un tratamiento preferencial (o sea, están más cerca del usuario) frente al que ir a buscar afuera, y eso puede llegar a notarse al consumirlos.

Hay una mirada que aboga ciento por ciento por la gestión de tráfico, una «discriminación afirmativa» y un cambio en el modelo de pricing. Lo sostiene el abogado Nicolas Surijon, CEO de DirMOD, que siempre se desempeñó en distintas áreas de IT como desarrollador, director de Transformación Digital para el sector público y actualmente como líder de una consultora IT.

«En un principio, se cobraba por consumo, pero eso cambió cuando llegó la banda ancha. Hoy se vende como un servicio mensual en lugar de como una utility, como sucede con el agua o la luz, donde tenés un importe fijo y uno variable, el consumo» porque actualmente «se subsidia a los que consumen audio y video, alguien en Chaco, con baja velocidad de acceso, subsidia, de alguna manera, al que consume 4K en Puerto Madero«, refrenda. 

Hoy el modelo de negocio, dice, es distorsivo porque no apuntala la innovación más allá que, reconoce, los sistemas de compresión van mejorando a medida que mejora la calidad de transmisión. Sebastián Bellagamba, director regional de la Internet Society, reconoce que hay un problema con el modelo de pricing y pone como ejemplo lo que sucedió con el abono móvil, que pasó de flat a medido sin que mediara demasiada discusión. La explosión de tráfico de streaming, dice, significa que existe una potestad unilateral de los usuarios de aumentar la demanda.

Una voz autorizada en off señala que el viejo modelo de ganar mercados a través de redes en otros países ya evolucionó y que hoy los proveedores se diferencian por las diferentes ofertas que le brindan a sus usuarios, mientras que las redes son las neutrales (es decir, una misma red para varios proveedores). «La red tiene que ser confiable, asequible y suficiente para toda la demanda», dice la fuente y agrega: «Eso debería evolucionar en el mercado argentino, donde los operadores conservan posiciones de dominio a través de las redes. Ojalá que evolucione para mejor, independientemente de quien lo haga«, plantea.

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El lugar de los usuarios

«La neutralidad de la red era defendida con ahínco por parte de las compañías tecnológicas que operaban en la capa de aplicaciones y contenidos, pero estas no aplicaban los mismos principios a la neutralidad de su intervención en la explotación comercial de aplicaciones y contenidos competidores, acotando la neutralidad de la red sólo al tráfico de comunicaciones por la capa física«, señala Martín Becerra. «Desde hace tiempo los derechos de usuarios y consumidores sufren el impacto de que la neutralidad de la red se cumplía poco.»

«En cuanto a la regulación de las relaciones y vínculos, así como de las prácticas de actores y de protección de derechos de usuarios y consumidores, creo que deben resolverse mediante esquemas de regulación, corregulación y autorregulación, según el nivel del que estemos hablando«, comenta.

Por ejemplo, los derechos de usuarios y consumidores demandan marcos legales democráticos, establecidos por el Congreso, pero los acuerdos de grandes operadores OTT demandan tanto autorregulación como corregulación, para alentar la evolución de su actividad al mismo tiempo que para evitar abuso de posición dominante o que se margine de acuerdos a operadores pequeños y medianos, afectando así a usuarios y consumidores también, argumenta Becerra.

Nicolas Surijon, CEO de DirMOD. Foto: Gentileza DirMOD

En tanto, la investigadora de las telecomunicaciones Bernadette Califano señala que una nueva neutralidad debería pensarse, desde estas latitudes, atendiendo a nociones como las de centro-periferia. 

«Planteo medidas que podrían llamarse neutralidad o de otra manera, una tercera vía desarrollista, que implique algún tipo de medidas intervencionistas para garantizar el tratamiento igualitario de la información a favor de los usuarios. La idea de acceso igualitario no debería perderse, pero hay que ver como se la actualiza para que se cumpla realmente«, cierra.

Finalmente, y ya estrictamente desde lo legal y pensando en el caso argentino, el abogado Sebastián Rodríguez Morales, del estudio Hang Kuchen, Sporleder y Rodríguez Morales, argumentó a favor de que, más allá de lo expuesto en la ley Argentina Digital, «resulta necesaria en nuestro país una ley integral que abarque situaciones concretas y delimite prácticas a sancionar, complementada por una regulación que defina un procedimiento de protección claro y explícito en favor de los usuarios de internet. Todo ello, teniendo presente que lograr una regulación de convergencia no implica únicamente unir marcos normativos divergentes, sino también consolidar los derechos consagrados en nuestra Constitución Nacional, como el derecho a recibir información, a la libertad de expresión, y a la libre competencia, entre otros«.

GLOSARIO
1. IXP: Un Internet Exchange Point es una estructura física donde los proveedores de servicios para conexión intercambian el tráfico de Internet entre sus redes.
2. CDN: Una Content Delivery Network es una red de computadoras que contienen copias de datos con el objetivo de ofrecer varios puntos de conexión y maximizar el ancho de banda.
3. Caché: La memoria caché es un componente que guarda datos específicos para que las solicitudes futuras de los mismos se puedan atender con mayor rapidez.
4. Zero rating: Es una modalidad, utilizada por los proveedores de red. para no cobrar a sus consumidores finales por un volumen de datos usado por aplicaciones específicas o por servicios de internet a través de sus redes.
5. P2P: El peer-to-peer es una modalidad de red de ordenadores donde se trabaja sin clientes ni servidores fijos, sino que con una serie de nodos que se comportan como iguales entre sí.
6. Cables submarinos: Son los cables interoceánicos de cobre o fibra óptica instalados en el lecho marino que se utilizan para comunicar los diferentes servidores en el mundo.
7. FCC: La Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos es el ente encargado de la regulación (incluyendo censura) de telecomunicaciones interestatales e internacionales por radio, televisión, redes inalámbricas, teléfonos, satélite y cable.
Redacción: Tobías Holcman

Lo que viene

«En una palabra, web3«, dice Miguel Ángel Pesado, presidente del Consejo Profesional de Ingeniería en Telecomunicaciones, Electrónica y Computación (Copitec), cuando se le pregunta por el futuro de la neutralidad de la red y, con mayor apertura, de las telecomunicaciones en general. 

«Los contenidos dejarán de estar en manos de pocos y pasarán a estar descentralizados, no habrá un único propietario, gracias a la tecnología blockchain. Y si uno esto lo extrapola a las redes físicas, este nuevo modelo es congruente con la libertad de uso«.

Dejando de lado el futuro lejano, más cerca en el tiempo Pesado dice que cada vez va a ser falta un mayor ancho de banda para cubrir las mejoras en los servicios (después del contenido en 4K sigue el 8K, recuerda) y para ello no solo hará falta una mejor tecnología de compresión de datos pero también más redes de fibra y más satélites de órbita baja. Y habla de la necesidad de la compartición de redes (ver Recuadro «Redes neutrales»). Va más allá, de hecho: como las bandas radioeléctricas son finitas, aboga por el uso compartido de un espectro común.

Todo esto, claro está, pertenece a un futuro. Mientras tanto, y al tiempo que se definen los nuevos modelos de la industria de los contenidos audiovisuales, la infraestructura no deja de crecer con un único horizonte: brindar más contenido, de la mejor calidad, y con mayor valor agregado.

Nota publicada originalmente en el número 277 (julio/agosto 2022) de la Revista Infotechnology.

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