En la competencia global por la supremacía en la fabricación de semiconductores, Japón está dando un giro estratégico para recuperar su histórica primacía perdida desde finales de los años 80. Actualmente, el país asiático impulsa un ambicioso plan de inversión, que lo coloca en el centro de la renovada carrera tecnológica global por dominar la industria de los chips.
En la década de 1980, Japón dominaba el mercado mundial de circuitos integrados con compañías emblemáticas como NEC, Toshiba, Hitachi, Fujitsu y Mitsubishi acaparando cerca del 50% de la producción global. Sin embargo, con la expansión de potencias emergentes como Taiwán, Corea del Sur y Estados Unidos, junto con el auge de fabricantes como TSMC y Samsung, Japón perdió terreno. Ahora, busca revertir esa tendencia con un plan que involucra una inversión pública y privada total proyectada en u$s 325.000 millones a lo largo de la próxima década.
Impulso estatal
El gobierno japonés, bajo la «Estrategia de la Industria de Semiconductores y Digitales» fortalecida en 2023, ha destinado un paquete de apoyo en el orden de u$s 65.000 millones hasta el año 2030. Este respaldo no solo incluye incentivos fiscales y subsidios económicos, sino también la promoción del fortalecimiento tecnológico local y la atracción de inversiones nacionales y extranjeras.
Entre las grandes apuestas de Japón destaca la creación y apoyo a proyectos emblemáticos como Rapidus, una empresa conjunta formada por gigantes nacionales como Toyota, Sony, NEC, NTT, Softbank, Denso y Kioxia. Rapidus se enfoca en desarrollar chips de última generación de 2 nanómetros, con prototipos operativos desde 2025 y apuntando a la producción en masa para 2027. Esta iniciativa también cuenta con cooperación internacional, incluyendo la experiencia de IBM.
Otro pilar fundamental es el establecimiento de plantas de producción avanzadas en colaboración con TSMC, líder mundial en fabricación de semiconductores, que está construyendo una planta en la prefectura de Kumamoto. Esta colaboración se sostiene con fondos públicos japoneses y representa un paso clave para extender las capacidades industriales japonesas hacia nodos tecnológicos más avanzados.

Uno de los primeros wafers de 2 nm de prueba producidos por Rapidus.
Gigantes japoneses
El ecosistema industrial nipón contempla a fabricantes tradicionales y emergentes con fuertes planes de inversión. Sony Group y Mitsubishi Electric, por ejemplo, proyectan inversiones por 5 billones de yenes (31 mil millones de dólares) hasta 2029, focalizadas en semiconductores de potencia y sensores de imagen, tecnologías clave para inteligencia artificial, vehículos eléctricos y la descarbonización. Además, el gobierno ha asegurado la provisión de subsidios multimillonarios y facilita la reducción de impuestos para atraer nuevas inversiones y producción.
En el contexto global, las principales empresas fabricantes de chips están dominadas por firmas de Estados Unidos, Corea del Sur y Taiwán. Entre las más destacadas se encuentran Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), que posee una cuota dominante del 62% en ingresos de producción de chips; Samsung, con un 10% en chips de memoria y lógica; y grandes estadounidenses como Intel y Texas Instruments, que se especializan en microprocesadores, chips gráficos, comunicaciones y memorias.
Japón, no obstante, busca diferenciarse con la combinación de alta tecnología, innovación en automatización con robots e inteligencia artificial en sus líneas de producción, y la colaboración público-privada para consolidar su liderazgo en el sector. Las inversiones y programas lanzados no solo pretenden aumentar la producción nacional sino alcanzar ventas por 15 billones de yenes para 2030, triplicando las cifras de 2020. Además, Japón apunta a salvaguardar su soberanía tecnológica ante los crecientes riesgos geopolíticos y tensiones comerciales internacionales.
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