Federico Viola, actual CIO del Grupo Ayudín, tiene una llamativa trayectoria en el difícil mundo de la tecnología. Hace ya más de dos décadas, sus estudios universitarios se encaminaron por los andariveles de la economía, carrera que cursó en la Universidad de Buenos Aires. Incluso hoy recuerda con meridiana claridad que su vocación original era seguir haciendo carrera académica. «En aquel momento, me interesaba la economía desde una perspectiva científica y pensaba que mis siguientes pasos vitales iban a ser obtener un doctorado y luego dedicarme a la investigación y a la enseñanza».
Pero la realidad volteó su rumbo cuando, ya casi a punto de recibirse, decidió probar los sabores del mundo corporativo. Así, en 2006 le surgió una propuesta de Accenture para entrar en el rubro de consultoría. Y ese fue su primer paso hacia la tecnología, porque dicha empresa quería convertirlo en asesor para el segmento de Business Intelligence.
Eso, claro, implicó que tuviera que comenzar a prepararse a fondo en temáticas tech y afines, como Data Warehouse y Bases de Datos. Pero siempre con un norte claro: la tecnología sumaba a sus conocimientos de negocios que le aportó la ciencia económica.
Pasos hacia el mundo tech
Tras certificarse, con cierta facilidad, en esa tecnología -hoy recuerda con una sonrisa que no le costaba demasiado dominar esos temas- su primer «parada» importante como consultor fue tener sumarse a un equipo muy grande, integrado con muchos colegas consultores provenientes de toda América Latina y España. Su misión: implementar un ERP de SAP para Telefónica. En particular, sus aportes iban a estar en el área de BI.

«Pero, como suele pasar en estos grandes proyectos, el módulo de reportes se iba demorando y, mientras, mis compañeros tenían que trataban resolver un montón de otros temas de la implementación en los que estábamos atrasados. Así, fue que me terminé mandando a colaborar con otros equipos. Me metí de lleno y aprendí, sobre la marcha, mucho sobre las diversas soluciones de SAP», explica.
Así, descubrió dos cosas de sí mismo: «Confirmaba que era razonablemente bueno para solucionar problemas sobre los módulos que implementábamos. Y también que los temas de tecnología me gustaban mucho».
Finalmente, el proyecto funcionó y su papel en la compañía creció. Hacia el final del proyecto, se quedó coordinando al grupo encargado de dar soporte a los usuarios de los primeros cuatro países que entraron en producción.
Para 2008 -por la calidad de su trayectoria-, Telefónica le ofreció integrarse en su equipo de IT. Así pudo sumar nuevas experiencias y pasar al otro lado del mostrador, ya que desde su flamante desafío como PMO, se dedicó al control de nuevos proyectos, ahora ejecutados por teams de otras consultoras.
En concreto, esas supervisiones le implicaron tener que trabajar viajando a Perú y a Chile, «lo que me sumó aprendizajes importantes al tener que integrarme con gente de varias naciones e ideas. En esas circunstancias», dice hoy, «se vuelve clave la escucha y el tener que estar muy atento a lo que dicen, y piensan, los otros. Es que, por más que la cultura corporativa suaviza las cosas, a veces es necesario ponerse muy explícito, empatizar y también poder hablar claro todos los temas que sean necesarios de manera de poder entenderse con otros y también explicarse uno mismo».
En ese sentido, recuerda que un año le tocó trabajar con colegas en Alemania y tuvo que encarar varias charlas muy francas «hasta poder poner sobre la mesa» sentimientos sobre diversas actitudes personales. De manera de, finalmente, poder entenderse y trabajar en sintonía con pares formados en otras culturas y con otras ideas de interacción personal.
«En otras palabras, con franqueza y escucha adecuadas, un conflicto no necesariamente implica agresividad. Si se lo habla bien, también puede ser constructivo», asegura hoy.
Federico Viola, durante la entrega de los premios CIO 2025.
Responsabilidad y aprendizaje
Años más tarde, ya de regreso a la Argentina -todavía trabajando para el Grupo Telefónica- tomó la importante responsabilidad de coordinar a los grupos de soporte de todo el sistema de ERP del grupo. O sea, atender los requerimientos de más de 6000 usuarios.
De allí obtuvo otro aprendizaje interesante: «A veces, es complejo coordinar recursos propios y externos. Lo que siempre me sirvió es apoyarme más en la gente externa con más habilidades técnicas y fortalecer a los internos que supieran más del negocio. Esa estrategia es la que mejores resultados nos dio».
En 2012 hizo otro cambio profesional: se fue a Molinos, donde lo convocaron con la misión de rearmar el área de soporte. Y de este desafío lo que lo atrajo es que no solo iba a supervisar soluciones SAP, sino que podía sumar el control de otras aplicaciones y sistemas de la empresa.
«En concreto», recuerda, «no me interesaban tanto el hands-on, sino que iba a poder armar -desde cero- nuevas ideas. Entre esas, destaca que crearon una Software Factory de desarrollo para Molinos. «Siguiendo metodologías ágiles, en poco tiempo ya le estábamos ofreciendo servicios a otras gerencias de la propia empresa, además de a mi grupo. Y esa idea terminó resultando muy eficiente para todos».
Como valor extra, cuando esos proyectos caían bajo la responsabilidad de su equipo de soporte, «las cosas andaban sobre ruedas y éramos muy eficientes, porque habíamos estado involucrados en el producto desde su misma concepción», reflexiona.
Como conclusión de estas experiencias, Federico afirma que «lo importante es ser flexible en cada situación y conviene buscar una opción apropiada para cada caso. Lo cierto es que no hay un modelo one size fits all».
Al mando de la estrategia IT
Su siguiente escalón fue otro salto: pasó a la compañía San Miguel y a ese lo define como «un cambio lateral». «Es que ahí mi apuesta fue que, bajo mi responsabilidad, además de todo lo que ya hacía y conocía sobre temas operativos y de soporte; le podía sumar encargarme de supervisar la IT y la integración de sistemas con otras compañías que se iban adquiriendo. Además, iba a tener a mi cargo la IT de nuevos proyectos y negocios de una organización que contaba con una agenda de crecimiento muy completa».
Fue en ese espacio donde pudo pensar y planificar el crecimiento de soluciones y la estrategia de IT, ya pensando en consideraciones del largo plazo. Y, a partir del 2018, asumiendo como CIO, pudo ejecutar otro trayecto que lo llevaba de regreso a sus fuentes y figuraba en sus objetivos personales: poder entrar al comité ejecutivo de la compañía para poder estar cerca del negocio.
En 2020, la pandemia los «agarró» -como a todos-, pero con una situación particularmente positiva: «Por haber planificado con mucho tiempo nuestra evolución tech, cuando el aislamiento se impuso, nos encontró bien parados y pudimos aprovechar para consolidar mercado».
En concreto, durante 2019 la IT de San Miguel había encarado una implementación total de VPNs y de Microsoft Teams, de manera que la totalidad del personal tuviera acceso a todas las herramientas cotidianas, con alta eficacia, seguridad y soporte y en cualquier espacio donde estuvieran trabajando. «Así que cuando se impuso la cuarentena, nuestra compañía pudo seguir operando con total normalidad y sin disrupciones».
Siguiendo con su carrera personal, el siguiente giro fue en el rubro Pharma, en el laboratorio Novo Nordisk, donde estuvo un año implementando un complejo Data Warehouse. De esa etapa se lleva el recuerdo y el placer de haber aprendido los detalles de una industria totalmente nueva, con muchas regulaciones particulares. También le permitió experimentar con el desarrollo de productos digitales para el «afuera» de la empresa. «O sea, para farmacias, para médicos y para pacientes que eran «clientes» a quienes podíamos darles productos en un formato que -para mí- eran toda una novedad».
Y llega el momento de su movida más reciente: el Grupo Ayudín lo invitó a sumarse a un proyecto totalmente innovador. «Lo que me atrajo a este desafío fue tener la posibilidad de crear e implementar todo el concepto de IT del grupo, realmente desde cero. Porque resulta que Clorox, la empresa que vendió su negocio, nos permitía usar sus sistemas por el lapso de un año. Así resultó que contábamos con 365 días para poder pensar cómo queríamos diseñar la IT, el modelo general y los formatos de desarrollo y de soporte. Y todo eso en un tiempo limitado. Además de tener todo por construir, otra vez sumaba la posibilidad de aportar en el consejo ejecutivo de un grupo en crecimiento, con la idea de ganar nuevos mercados y sumar nuevos productos a cada línea de negocio. Todo eso con la posibilidad de innovar y apalancarse en la tecnología que les pareciera más apropiada y eficiente para cada caso».
En esta oportunidad, Federico decidió armar un equipo de IT interno, pequeño y muy operativo, de una decena de personas y recurrir a consultoras externas para sumar skills en determinados proyectos.
«En materia de tecnología, en el Grupo Ayudín nos sentimos, prácticamente, como una startup», resume. «De hecho, en este primer año de operaciones que estamos cumpliendo, acabamos de terminar de implementar el roadmap de corto plazo y ya estamos delineando el camino para el futuro».